ACTUALIDAD DE LA MISIÓN AD GENTES EN ESPAÑA
5. Leemos en la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II Ecclesia in Europa: «La obra
de evangelización está animada por verdadera esperanza cristiana cuando se abre a
horizontes universales, que llevan a ofrecer gratis a todos lo que se ha recibido también
como don. La misión ad gentes se convierte así en expresión de una Iglesia forjada por
el Evangelio de la esperanza, que se renueva y rejuvenece continuamente. Esta ha sido
la convicción de la Iglesia en Europa a lo largo de los siglos: innumerables grupos de
misioneros y misioneras han anunciado el Evangelio de Jesucristo a las gentes de todo
el mundo, yendo al encuentro de otros pueblos y civilizaciones. El mismo ardor misionero
debe animar a la Iglesia en la Europa de hoy. La disminución de presbíteros y personas
consagradas en ciertos países no ha de ser impedimento en ninguna Iglesia particular
para que asuma las exigencias de la Iglesia universal».
También son destinatarios los que han sido bautizados pero permanecen alejados de la
fe y de la vida cristiana. El mismo documento dice: «Por doquier es necesario un nuevo
anuncio incluso a los bautizados. Muchos europeos contemporáneos creen saber qué
es el cristianismo, pero realmente no lo conocen. Con frecuencia se ignoran ya hasta los
elementos y las nociones fundamentales de la fe. Muchos bautizados viven como si
Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas
de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y
una adhesión a la persona de Jesús». Prueba de ello son las iniciativas de diversas
conferencias episcopales europeas, preocupadas por la misión ad gentes
17 ....«Es necesario –se afirma, recogiendo palabras de Redemptoris
Missio, 34– mantener viva la solicitud por el anuncio y por la fundación de nuevas Iglesias
en los pueblos y grupos humanos donde no existen, porque esta es la tarea primordial
de la Iglesia, que ha sido enviada a todos los pueblos hasta los confines de la tierra.
Sin la misión ad gentes, la misma dimensión misionera de la Iglesia estaría privada de
su significado fundamental y de su actuación ejemplar»